viernes, 23 de septiembre de 2011

Estar vivo

Si hay algo que la práctica de Iyengar permite iluminar es de qué se trata la vida, y cómo en ésta están concernidas las diversas dimensiones de la experiencia y existencia humana. Una vida propiamente encarnada y que en su latir constituye el existir cotidiano y mortal de un ser humano singular. Una vida que no se aprehende como concepto o en la abstracción intelectual, sino una vida eminentemente práctica y que se ofrece, entre otras posibilidades, en el camino del yoga como integración del cuerpo, de la mente y del alma, como dirá B.K.S. Iyengar.
Esta vida de la que hablo no es algo dado ni evidente. Así como la experiencia de lo vital no está asegurada, no se corresponde con la categoría cuyos límites define la ciencia, por tanto no es medible ni contable en años. Sólo es experienciable, en tanto acontecer posible, en donde el sentimiento de estar vivo se ofrece como un conjunto de movimientos y fuerzas que, ancladas en el cuerpo físico se proyectan más allá -fuera y dentro de sus límites conocidos- inaugurando ese estado, o más bien ese conjunto de presente-futuro-y-pasado porque no es estático sino tránsito, en donde se está vivo.
Desde mi experiencia, este caudal de vida que de repente irrumpe y riega todos los poros de subjetividad es una experiencia única dentro de la cotidianeidad del ser humano, en tanto inunda al ser de una sensación de plenitud que otorga un sostén subjetivo, al tiempo que paradójicamente sus categorías y referencias identitarias se suspenden. Por eso se está vivo, y se es eso inefable que no tiene definición ni pronombres. Es el sonido del "so hum" ("yo soy ello") que adviene de la pura y simple respiración, cuando la mente detiene su periplo representacional y atiende a lo que se manifiesta en y desde el cuerpo.

Esta condición vital que surge en la experiencia de integración en el camino del yoga se asemeja a la práctica china expresada en el aforismo "nutrir la propia vida". Tomando la interpretación de Francois Jullien, ésta se plantea como una búsqueda por mantenerse en forma, que no se reduce en ningún caso al plano concreto del cuerpo físico, y en donde aquello que se busca desplegar, sostener y preservar es justamente la fuerza, intensidad y el filo de la energía vital.