lunes, 25 de julio de 2011

El uno de la multiplicidad

Yoga es nombre que invita a la unidad, a la síntesis de la dualidad y de los opuestos que conforman nuestra realidad. El acceso a la unidad mente-cuerpo es un primer paso, una evidencia a la mano para quienes estamos sujetos a una tradición filosófica occidental. Más allá del cuerpo, el camino del yoga va al encuentro del sí-mismo, de la esencia del ser, y a través de ello finalmente a la fusión con el alma universal. 
¿Pero de qué se trata ese estado de unidad e iluminación en el caso de un practicante común y corriente, además de occidental? 
Desde mi propio recorrido pienso que el equilibrio del que he hablado es un modo de acceder a esta experiencia trascendente de unidad. La práctica de yoga en el contexto de una vida en sociedad occidental posibilita el acceso al uno de la multiplicidad, partiendo por la puesta en juego de un conjunto de elementos dispares y discontinuos en el trabajo corporal individual. Ya en ese nivel es posible conjugar la multiplicidad y sus fluctuaciones -en el propio cuerpo, emociones y pensamientos- en un estado de síntesis. El uno se transforma, entonces, desde algo mítico e inalcanzable, en una experiencia posible de ser vivida en algo tan sencillo como una postura, disposición subjetiva y corporal en donde se la habita desde su estabilidad dinámica y fluida. Equilibrio sin neutralidad, sin muerte, en donde toda la complejidad y el esfuerzo adquieren el sentido de aquello que se sabe oportuno y justo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario