martes, 19 de julio de 2011

La ofrenda del cuerpo

Hoy es la segunda oportunidad que me da la vida, y es el primer día -por segunda vez- de un camino para profundizar en la enseñanza de B.K.S Iyengar y, más allá, en la sabiduría ancestral del yoga.

Primera sesión y el trabajo avanza tras las sutilezas y bondades de lo simple, de aquellas acciones básicas y primordiales que se le enseñan a quien recién se inicia en la práctica del Yoga Iyengar. Estirar las piernas. Doblar las piernas. Dos frases que se transforman en un insospechado recorrido a través del propio cuerpo. Primero desde lejos, con distancia, percibiendo las formas más genéricas, como si fuese el primer encuentro con un desconocido. De a poco y pacientemente, más enfocado, atendiendo a sus modos de parecer, funcionar y ser.

Descubrimientos inauditos y lúdicos de la mano de un maestro cuyas palabras conducen al reconocimiento de la complejidad que involucra una acción aparentemente tan cotidiana como estirar tus piernas. Lo que hay, para todos o casi todos, es un estiramiento parcial. Resulta que no es para nada fácil llevar los muslos hacia atrás. Es que nunca hemos caminado hacia atrás, de ahí la costumbre de los muslos de avanzar.

El trabajo pasa entonces por tomar eso ya dado, lo cotidiano y "natural" para aprender a desaprender. Para traer conciencia y voluntad, ambas convertidas en los vectores que indicarán los movimientos y acciones a realizar. Pero eso no es todo. El arte del yoga no termina ahí. El fin logrado a nivel físico dará seguridad, cuidado y salud al cuerpo. Recién entonces, y desde ahí, vemos cómo el cuerpo se ofrece como un templo para meditar, para encontrar la misma voluntad, ecuanimidad y equilibrio, esta vez, a nivel mental y espiritual.

En la práctica de hoy el cuerpo se ofrecía desde el comienzo -desde la invocación realizada en Swastikasana, en donde la estabilidad postural la construimos desde los pies, acogiendo con éstos a las piernas en su descenso y relajación- para ser el medio en donde pudiera nuestra subjetividad descansar, en donde la mente pudiera desapegarse de sus desvelos.

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