viernes, 22 de julio de 2011

¿Y tú, dónde estás en lo que haces?

¿Y tú, dónde estás en lo que haces? 

Pregunta que puede ser suspendida en todos los niveles de la experiencia humana, incluso en el camino de la práctica del yoga. A veces es mejor o más sencillo hacer, repetir, dar continuidad y avanzar sin detenernos a preguntar. Completar la correcta forma, dar redondez y consistencia al día a día puede ser una opción más económica que abrirle la puerta a la interrogación y la duda, que acarrean consigo un potencial riesgo, un eventual costo.

En la práctica de yoga tomar este riesgo significa implicarse de lleno en la búsqueda del equilibrio en cada momento, postura o acción; de un equilibrio inmensamente fértil, vivo y dinámico, pero a la vez tremendamente incierto y extranjero. La entrega total en esa artesanía del cuerpo, modelándolo, cuidándolo y perfeccionándolo, tarde o temprano te arroja a espacios y tiempos desconocidos e inauditos, en donde no se trata sólo de mediar y estabilizar fuerzas, flancos, intensidades, extensiones y texturas corporales, sino de mediar las propias oposiciones, extremidades, límites de nuestra subjetividad.

"Haced de los valles montañas, y de las montañas valles". Metáfora del maestro para hablar del equilibrio a buscar en el propio cuerpo, pero que, tal como nos enseña la práctica, trasciende las acciones biomecánicas, movilizando en distintos niveles las energías de nuestra subjetividad.

Esa es la vía a una estabilidad viva, discontinua, cuyo costo a pagar es el precio del propio yo. La entrega total es exposición, vulnerabilidad. Encuentro con los límites, ya no de la rigidez o flacidez del cuerpo, sino de toda la inseguridad, impaciencia y frustración del yo.

Frente a la violencia, al rechazo y a la negación del yo sólo queda una opción. Profundizar, reforzar la entrega, y para ello explorar más la humildad, el desapego con aquello que nos sostiene como un "único y valioso yo". La invitación hoy fue precisamente esa: dejar que tambaleara el yo, porque del otro lado el maestro te sostiene con compasión. De ese modo el cuerpo ofrece lágrimas que no son de frustración o pesar, sino solo de redención.

1 comentario:

  1. B, súper potente tu experiencia en la práctica, entregarse para ser sostenido y desde ahí liberarse. Vaya forma de terminar la semana...a juntar esa experiencia y que te sirva de apoyo para la próxima semana!

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